El país de Zahra Mostafavi, la hija del imán Jomeini
Una enorme pintura mural del imán Jomeini corona la fachada de la Facultad de Teología de la Universidad de Teherán. Son los mismos ojos penetrantes y rostro grave que parecen vigilar a los viandantes desde las paredes estratégicas de todo el país y presiden los despachos y edificios oficiales. Solo que aquí, en el escueto edificio de la avenida Mofateh, uno de los líderes supremos de Irán, Alí Jamenei, acompaña al fundador de la República Islámica.
Tampoco podía faltar su retrato en el austero despacho que ocupa en la segunda planta la profesora Zahra Mostafavi: lo tiene apoyado en la última repisa de una estantería cuajada de libros. Ese detalle resultaría anodino en este país de no ser porque, en esta ocasión, los ojos del imán planean sobre la mayor de sus hijas, la que porta sobre sus hombros el legado de la familia desde que fallecieran, en 1977 y 1995, dos de los hijos varones.
La historia ha querido que el primero de los apellidos de Ruhollah Musavi Mostafavi Jomeini, el hombre que en 1979 derrocó al sha y convirtió a Irán en la primera república islámica moderna del mundo, pasara desapercibido y con él, su hija Zahra. Aunque la propia doctora Mostafavi –como la llaman sus alumnos y colegas universitarios– también ha contribuido mucho a esto: la mayoría de los iraníes ni siquiera es capaz de reconocerla, no solo porque siempre vista con un chador que la cubre de pies a cabeza, sino también porque no aparece en televisión ni concede entrevistas.
Flora Sáez