Chinnadevi (junto a su madre, discapacitada, y a su abuela) fue obligada a casarse a los 11 años.
Andra Pradesh, India.
Foto © Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS
Cada año 15 millones de niñas son obligadas a casarse antes de cumplir la mayoría de edad. A jóvenes como Aaliyah, Nazia y Rawan les roban su infancia y niegan sus derechos a una educación digna. Aun siendo ilegal, el matrimonio infantil sigue en auge. Una realidad que en muchos casos equivale a la esclavitud o a la muerte.
Por Lucas de la Cal
Publicado en GEA PHOTOWORDS
Cuando Aaliyah se casó su familia le regaló un taburete. Su estatura es demasiado baja para llegar al fregadero, coger bien la escoba y hacer todas sus obligaciones en la casa. Ella tiene 12 años, y su marido 36. La joven no sabe leer ni escribir y sus padres son muy pobres. El matrimonio con un hombre mayor fue la única salida que encontraron.
Como Aaliyah, 15 millones de niñas son obligadas a casarse antes de cumplir la mayoría de edad. Lo que supone que cada tres segundos se casa una menor. Es una tradición perpetuada por la pobreza y las normas sociales dominantes que valoran la virginidad y fertilidad de las niñas.
Cuando los padres de Linda anunciaron sus planes para casarla, la joven entró en pánico. Tenía sólo 15 años. El matrimonio significaría el fin de su libertad, de su educación y su pasión: el fútbol. Su sueño era unirse al equipo de fútbol Sala femenino de Camboya para participar en el Festival Football for Hope en Sudáfrica.
Linda hizo un trato con sus padres: si la seleccionaban, continuaría con sus estudios y se anularía los planes de matrimonio. La joven entrenó duro, dejándose el alma en cada entrenamiento. Una mañana su entrenador formuló esas deseadas palabras por las que había luchado tanto: “Te lo has ganado. Estás seleccionada”.
Ghulam Haider no tuvo la misma suerte que Linda. Cuando la preguntaron que sentía, ella respondió: “No lo conozco, ¿qué se supone que debo sentir?”. Esta niña afgana de 11 años, mira de reojo a su futuro esposo Faiz Mohammed, de 40, en la víspera de su boda. Su padre, un campesino afgano, consintió el matrimonio debido a la pobreza extrema de la familia. En Afganistán, el 57 por ciento de las niñas están casadas antes de alcanzar los 16 años.
Naciones Unidas considera el matrimonio infantil como una violación de todos los derechos de los niños. “Los obliga a asumir responsabilidades para las cuales no están ni física ni psicológicamente preparadas. Las niñas que son obligadas a casarse se ven atrapadas para el resto de sus vidas en una realidad que equivale a la esclavitud”. De acuerdo con esta agencia, una de cada tres niñas de países de rentas medias y bajas está casada antes de los 18 años y una de cada nueve antes de los 15.
El rostro de Nazia es el de una niña, pero su expresión es dura y triste. Tenía solo cinco años cuando su padre la casó con un hombre mucho mayor, un extraño, a modo de compensación por el asesinato que un tío suyo había cometido. La decisión de entregar a la menor como pago –junto con dos cabras y un pedazo de tierra– la tomó una jirga, es decir, una asamblea local de ancianos que constituye el sistema de justicia en gran parte de las áreas tribales de Pakistán. A pesar de ser ilegal, la costumbre de casar a las niñas de manera forzosa para resolver disputas familiares y tribales se da a una escala alarmante en todas las provincias de Pakistán.
Una media de ocho mujeres muere cada día como consecuencia de esos matrimonios prematuros, según el Foro Hermanas Árabes por los Derechos Humanos. Muchas lo hacen al dar a luz, como Fawziya Abdullah Yusuf, que falleció después de tres días de parto. Su cuerpo de 12 años no estaba aún preparado.
Rawan, una niña de ocho años de la ciudad de Hardh, al noroeste de Yemen, murió por un desgarramiento de vagina en su noche de bodas, cuando tenía relaciones sexuales con su marido. Un hombre de 40 años ansioso por demostrar su hombría en una sociedad patriarcal y machista, donde el propio Ministerio yemení de Asuntos Sociales reconocía el año pasado que una cuarta parte se casan antes de los 15 años.
La tasa de matrimonios forzados y prematuros es también alta en centroeuropa y Europa del este. Georgia y Turquía lideran la lista europea, aunque también países como Francia y Reino Unido tienen porcentajes de hasta el 10% de menores que se casan antes de cumplir los 18.
Durante los conflictos y las crisis, las adolescentes son particularmente vulnerables a los matrimonios precoces. En el Líbano y Jordania, un número creciente de niñas refugiados sirios son forzadas a matrimonios prematuros. Según un informe de 2014 de UNICEF, 1 de cada 5 matrimonios registrados de las mujeres refugiadas sirias incluye una niña menor de 18 años.
“Girls not Brides”, es una red formada por más de 300 organizaciones de 50 países. Luchan contra el matrimonio infantil y hablan de como fortalecer las potencialidades de las niñas y jóvenes. “El matrimonio infantil es precisamente una de esas tradiciones que quebrantan los esfuerzos por el desarrollo en varios frentes: educación, salud, pobreza, igualdad. Sin embargo, se encuentra al margen del debate sobre el desarrollo y es raramente discutido en niveles importantes. Tal vez sea visto como un asunto familiar y por lo tanto, privado. Tal vez sea porque el matrimonio infantil es un asunto de cultura y tradición por lo que los políticos y las asociaciones de ayuda se muestran reacios a intervenir”, afirma la organización, que subraya que la mayor proporción de matrimonios infantiles ocurren en la región africana del Sahel.
“En Níger, 75 por ciento de las niñas se casan siendo menores de edad, seguido de la República Centroafricana y de Chad. El matrimonio precoz somete a las niñas a distintos tipos de abusos, desde violencia sexual hasta problemas de salud. También aumenta las posibilidades de abuso físico o sexual en la relación. En Etiopía, 81 por ciento de las adolescentes casadas describió su primera experiencia sexual como forzada. Además, este problema está estrechamente relacionado con el desarrollo. Con la reducción de 10 por ciento de los matrimonios precoces se podría disminuir 70 por ciento la mortalidad infantil”.
Campaña `Por ser Niña´
Desde 2007 la campaña global Por Ser Niña busca acabar con la discriminación de género que afecta a millones de niñas en todo el mundo. La campaña apoya la iniciativa «Educación Primero» lanzada por Ban Ki Moon, Secretario General de las Naciones Unidas, y ha llamado a todos los líderes del mundo a priorizar la educación de las niñas. Como parte de esta campaña, la organización recomienda un mínimo de nueve años de escolarización para niñas y niños que garantiza una mejor transición al estado crítico de la educación secundaria.
Lucas de la Cal Martín es colaborador de GEA PHOTOWORDS y del periódico El Mundo. Licenciado en Periodismo en la Universidad Complutense, es experto en reporterismo social y diplomado en Educación Sexual y Prevención de ITS (Infecciones de transmisión sexual).