Dhobi walla indio.
Foto © Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS
Escondido en medio de la cacofonía de la estación de Mahalaxmi, desde el paso elevado que se dirige hacia Saat Rasta, el Dhobi Ghat se parece a un juego de Tetris, con sus más de 700 `piedras´ de lavado, dispuestas ordenadamente en medio del caos y el bullicio y que se extiende a lo largo de diez acres. El Dhobi Ghat es un gran `lavandería´ al aire libre. Cada día se estima que más de medio millón de piezas de ropa son enviadas aquí desde diversos lugares – hospitales, hoteles, casas particulares, incluso tiendas – para ser limpiadas, secadas y planchadas. Construido por los británicos en la década de 1880, el Dhobi Ghat en Mumbai, ofrece a más de 10.000 indios, los dhobi wallas, una fuente de ingresos digna.
LA GRAN LAVANDERÍA
Por Mercedes Iñiguez Quintela
India vive en sus calles y en ninguna otra parte esta realidad es más evidente que en Mumbai, la ciudad de los vendedores. En sus vías, te ofrecen sus mercancías, elaboran cerveza, recolectan cualquier cosa o cocinan, allí mismo, en la acera, mientras la gente camina rápidamente en esta ciudad mastodóntica y dinámica, donde permanecer un instante quieto es el peor de los vicios.
El Dhobi Ghat es el claro ejemplo de que la vida en India se desarrolla en la calle, de forma pública. Los lavaderos de cemento ascienden a más de setecientos treinta y se encuentran dispuestos ordenadamente. El asentamiento proporciona una visión desconcertante que, por un lado presenta el orden claro en geometría y funcionalidad de la gran lavandería urbana y, por el otro, el gran contraste con el desorden y el caos que muestran los tejados de las viviendas autoconstruidas. Es también el contraste entre la limpieza de las ropas que allí se lavan y procesan, impolutas y ordenadas por clases y colores, secándose al sol, con la suciedad imperante en las callejuelas y el caos que generan los habitantes de esta zona en el centro de Mumbai.
Muchos aspectos del Dhobi Ghat, a menudo descrito como la mayor lavandería al aire libre del mundo, son una reminiscencia de una época pasada en una ciudad que se moderniza rápidamente. Es la colonia de lavanderos más grande del mundo, donde más de setecientos dhobi wallas, sus familias y entre tres y cinco asociados trabajan en el negocio de la lavandería. Las jornadas de trabajo oscilan entre las catorce y las dieciséis horas diarias.
Es un espectáculo cautivador, casi hipnótico el mirar las filas y filas de gats de hormigón al aire libre, donde los dhobis de Mumbai golpean insistentemente la suciedad de la ropa en una tradición intemporal y que se perpetúa de generación en generación.
Trabajadores inmersos hasta las rodillas en el agua jabonosa, remojan la ropa y la golpean contra la piedra por un extremo. Las manchas rebeldes se quitan echando la ropa en grandes tinas en ebullición con sosa caustica. A continuación, se cuelgan al sol para secar y se planchan con pesados hierros de carbón o eléctricos. Luego, la ropa se apila en paquetes ordenados y se entrega a sus respectivos propietarios.
Dhobi Ghat, la gran `lavandería´ al aire libre de Mumbai.
Foto © Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS
Los dhobis alquilan una “piedra” en la lavandería, donde lavan la ropa. Obtener una de las 731 piedras no es fácil, los que las tienen han hecho valer su derecho ya que sus familias han trabajado allí durante décadas y muchos han nacido allí. El alquiler de cada una de ellas es de unas 3000 rupias al mes, que pagan al municipio. Gran parte de la demanda de servicios provienen de los hoteles de Mumbai y empresas de catering. El trabajo en la lavandería comienza al amanecer y se prolonga hasta las 10 de la noche, con artículos que se lavan por un precio que a veces puede ser tan bajo como 3 rupias.
Los dhobi wallas, al igual que los dabbawallas, se rigen por un simple y eficaz sistema de identificación. Las prendas están marcadas de acuerdo con un código de tinta permanente en pequeños trozos de algodón y atados en el interior de cada prenda. Sorprendentemente, ninguno de los artículos está fuera de lugar, ni se intercambia con los de otra persona y eso, teniendo en cuenta que más de medio millón de prendas son lavadas cada día, da una idea de la efectividad de estos trabajadores.
Estos lavanderos provienen del norte de India. Es una de las castas más antiguas que se especializó en el lavado de ropa. Son de origen racial diverso y de diferentes religiones. Habiendo sido sus antepasados los que tomaron la decisión de ser lavanderos, esta ocupación es hereditaria y propia de su casta y normalmente realizada por hombres, aunque se pueden ver mujeres, en su mayoría viudas, que trabajan part-time para poder sustentar a sus familias y poder criar a sus hijos al mismo tiempo.
Un futuro incierto
No obstante la eficacia y popularidad del Dhobi Gat, la amenaza especuladora está presente, como en tantas otras zonas apropiadas por los slums y ubicadas en puntos estratégicos dentro de la ciudad de Mumbai. El enfrentamiento que se produce entre sus habitantes, amparados por la tenencia del suelo y la antigüedad del asentamiento, y los promotores urbanos y poderes públicos, que desean recuperar la zona para desarrollar grandes proyectos para la ciudad, no parece de fácil resolución, sobre todo, si se tiene en cuenta que el suelo ocupado por el Dhobi Gat tiene un valor actual estimado que sobrepasa los cuarenta y cinco mil euros por metro cuadrado. Los actuales habitantes del Dhobi, sin embargo, no están dispuestos a vender o ceder el suelo, ya que no sólo es donde desempeñan su trabajo, sino que es su modo de vida y su lugar de residencia. Y es que toda la zona alrededor de Mahalaxmi se ha convertido en un pueblo dentro de una ciudad, con el fin de servir y apoyar esta industria.
Dobhi wallas al final de la jornada de trabajo.
Foto © Alfons Rodríguez, miembro de GEA PHOTOWORDS
Los dhobis, cuyas familias han trabajado y vivido en muchos casos en la lavandería durante generaciones, se tienen que enfrentar también a otra amenaza y es la tecnológica. Por cada lavadora que se coloca en el Dhobi Gat, entre 9 y 10 personas pierden su trabajo. Y esta, empieza a ser una tendencia a la alza.
Pero no todo son peligros los que acechan a esta forma de vida tradicional. Muchos de los productores textiles, envían miles de prendas nuevas cada día al Dhobi Gat para que sean pre lavadas antes de ser exportadas a los mercados europeos y americanos. Las razones son múltiples y van desde lo económico del servicio, a la calidad del lavado, en el que no se usan agentes químicos o se engancha la ropa, como sucede con las lavadoras industriales.
El olor a detergente envuelve todo el espacio que convierte al Dhobi Gat en una burbuja atmosférica, que lo separa de todo el bullicio urbano; al menos, superficialmente.
(publicado en GEA PHOTOWORDS)
Mercedes Iñiguez Quintela, licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Master en Periodismo por la Universidad de Barcelona y Columbia University de Nueva York. Ha vivido y trabajado durante 15 años en el extranjero y ha colaborado para medios como Il Sole 24 Ore, The Guardian, La Vanguardia o el Periódico de Catalunya, entre otros. En los últimos tiempos se ha especializado en temáticas de igualdad de género y derechos humanos.