Calle de Varanasi.
FOTO © Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS
Con más de 3000 años de antigüedad, a Varanasi, ciudad santa situada a orillas del Ganges, llegan cada día miles de peregrinos a purificar sus almas o directamente a morir en las aguas de un río, en la que cada una de sus gotas lleva la salvación eterna. Gerardo Olivares y Ángel López Soto nos llevan de viaje a la ciudad sagrada.
VARANASI, La Ciudad de la Vida
Por Gerardo Olivares, miembro de GEA PHOTOWORDS
Para los hindúes llegar a Varanasi para morir o para sumergirse en las aguas del Ganges es un sueño presente a lo largo de sus vidas. El agua purifica los pecados para luego poder alcanzar el Moshka, la esperanza en la liberación definitiva del alma, del vínculo de la reencarnación. Es por ello que Varanasi sea uno de los lugares de peregrinación más importantes del continente asiático. El Ganges es el río de la India. Amado por su gente, con el comparten sus memorias, sus esperanzas y miedos, sus canciones de triunfo, sus victorias y derrotas. Es el símbolo de su cultura y su civilización, siempre fluyendo, siempre cambiante y sin embargo siempre el mismo Ganges.
Nosotros llegamos a Varanasi una agradable tarde de invierno a bordo de dos embarcaciones neumáticas Zodiak. Habíamos estado tres semanas descendiendo el Ganges y Varanasi suponía el final de nuestro viaje. En uno de los cien ghats (escaleras) que descienden hasta el río, atracamos las lanchas. Estos ghats son utilizados cada mañana por los habitantes de Varanasi para hacer sus abluciones diarias. Ahora, al atardecer, apenas quedan peregrinos y sentarse en sus escalones a contemplar la puesta de sol, es una de las experiencias más inolvidables que se pueden vivir en la India.
Con 2.700 kilómetros de longitud, el río atraviesa el norte de la India de oeste a este hasta desembocar en el golfo de Bengala. Durante su recorrido soporta una población de 400 millones de personas. No hay río en la tierra que alcance esta cifra. Cada día llegan miles de peregrinos a purificarse y es irónico pensar que el símbolo de la pureza y la limpieza para la gente de la India, sea uno de los ríos mas contaminados del mundo. A diario se vierten más de un billón de litros de aguas residuales, pesticidas, ácidos y lejías. Los hindúes piensan que no tiene que ser cuidado ya que posee poderes mágicos de auto-limpieza. Esto tiene su pequeña base científica. Durante los monzones el río multiplica su caudal y todos los desechos son arrastrados al mar. En cualquier caso cada minuto muere una persona de diarrea, disentería, tifus, cólera o hepatitis. Otro gran problema de contaminación son los cadáveres que a cientos flotan hinchados y medio quemados en el agua. El Ganges es el camino hacia el cielo y todo hindú desea que sus cenizas sean esparcidas por sus aguas. Con ello se librarán del ciclo de la reencarnación y alcanzarán la salvación eterna.
Peregrinos en la ciudad sagrada.
FOTO © Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS
Pero hoy en día incinerarse en Varanasi es costoso debido a la gran deforestación que sufre el río después de tantos siglos de cremaciones. La leña cada vez hay que traerla de mas lejos así que ha menudo los cadáveres se arrojan sin quemar. Solo tienen derecho a no ser incinerados, para así conseguir el renacimiento espiritual, los niños menores de seis años, las mujeres embarazadas, los Shadus y aquellos que han muerto por picadura de serpiente. El gobierno intenta concienciar a la población para que utilice los incineradores eléctricos que se han construido en los ghats, pero para ellos no es lo mismo. La última solución ha sido introducir tortugas piraña, y no es difícil verlas en los alrededores de la ciudad comiéndose a los cadáveres.