Hombre arando la tierra en Kittlle Awaelo, zona rural de Wukro.
Foto © Ángel López Soto
ETIOPÍA MIRA AL CIELO
Por Eva Mateo Asolas
Los campesinos etíopes viven este 22 de marzo, Día Mundial del Agua, con incertidumbre debido a la carencia de semillas y pérdida de ganado para la próxima temporada de siembra tras meses sufriendo la peor sequía en 50 años. El Gobierno de Addis Abeba se ha movilizado para garantizar alimentos y agua, aunque los fondos a día de hoy son insuficientes para atender todas las necesidades de más de 10 millones de etíopes en situación de inseguridad alimentaria. Ayuda en Acción ya ha distribuido agua a más de 70.000 personas en las regiones más afectadas y pide colaboración urgente para seguir apoyando a los más vulnerables.
“¡ Eshi, eshi!”, grita Abbadi a dos bueyes mientras prepara su media hectárea de tierra que, pedregosa y dura, hace encallar continuamente el arado. Son las diez de la mañana (hora 4 desde el amanecer, según el horario de Etiopía) y el sol cae ya casi vertical proyectando sombras sobre el terreno yermo. Birham, el quinto de los seis hijos del campesino, protege su cabeza con una toalla mientras sigue con la mirada a su padre. Menudo para sus 14 años –se diría que tiene tan solo 11-, estudia octavo curso por las tardes. “ Estoy enseñándole para que pueda ayudarme a arar, pero aún no tiene fuerza suficiente”, se lamenta Abbadi.
Pozo seco en Janamora.
Foto © Ángel López Soto
Este agricultor de Killtte Awlaelo, en la zona rural de Wukro (región de Tigray, en el norte de Etiopía) no pudo recolectar nada el año pasado. Al igual que la mayoría de los agricultores del país, perdió hasta el 90% de las dos-tres cosechas anuales. Las dos temporadas de lluvias pasaron sin dejar rastro y Abbadi no tuvo más remedio que dejar que los animales se comieran lo poco que consiguió para poder mantenerlos. La lluvia podría llegar en mayo pero, en el mejor de los casos, no recogería la cosecha hasta octubre. El hombre levanta los brazos al cielo como dejando la lluvia en manos de Dios, mientras nos pregunta “ me daréis semillas, ¿verdad?”.
La historia de Abbadi es la de 3,3 millones de pequeños campesinos a día de hoy en Etiopía, un país en el que el 80% de la población depende de la agricultura para su subsistencia y que ha sido golpeado por la peor sequía en el último medio siglo. Tras meses sin llover pero con previsiones de que podrían volver las lluvias en abril, los agricultores acusan la falta de semillas con las que afrontar la próxima temporada de cosecha y esta incertidumbre se refleja en muchos minifundios donde la tierra aún está sin preparar. Y no solo eso. Para poder comprar alimentos, muchos han tenido que malvender el ganado en los mercados locales: cuando un buey costaba antes de la sequía 7.000-8.000 Birrs (unos 290-330 Euros) ahora se paga a un máximo de 2.000-3000 ETB (de 83 a 124€). El resultado: la descapitalización de las familias debido a la pérdida de su principal medio de vida.
Venta de semillas en el mercado de Awchara.
Foto © Ángel López Soto
El Gobierno de Etiopía, que impulsa desde hace décadas la resiliencia de su población ante una meteorología adversa a través de programas como el PSNP (Productive Safety Net Programme), trabaja a conciencia desde el año pasado en coordinación con organismos internacionales y ONG para tratar de minimizar las consecuencias de esta sequía. “ Nuestra prioridad es apoyar los lugares más afectados por la sequía, tratar de dar semillas a los campesinos, recuperar el ganado y garantizar su alimento”, afirma Luile Mesfin, administrador de laworeda (distrito) de Janamora, que cuenta con 14 kebeles o municipalidades en alerta roja.
Sin embargo, de los 1,4 billones de $ que estimó el Gobierno el año pasado que necesitaría para destinar a la emergencia humanitaria solo se han obtenido el 45% de fondos para alimentos y el 40% para nutrición y salud. El reparto de alimentos y agua está asegurado solamente hasta junio en buena parte del territorio, aunque llegar a los puntos de distribución supone en ocasiones caminar durante horas.
Agua en burros
Desde primera hora de la mañana hasta la tarde, niñas y mujeres cargan conjerikas (contenedores de agua amarillos de unos 20 litros de capacidad) atados a sus espaldas. En su camino, atraviesan sin detenerse paisajes de una aridez extrema. Su destino: los tanques de almacenaje de agua de Awuchara (Janamora) o de cualquiera de los otros puntos donde Ayuda en Acción lleva a diario agua desde los ríos más cercanos, que después potabiliza. Hoy apenas varias decenas de mujeres con sus niños y algunos hombres mayores esperan turno porque hace unos días ha llovido por espacio de unos minutos. Probablemente no vuelvan a ver esta lluvia en meses y se repitan las escenas de largas hileras de jerikas para que las familias tengan agua.
Burros cargando jerikas de agua en punto de distribución de agua de Ayuda en Acción en Awchara.
Foto © Ángel López Soto
Más de 70.000 personas de tres regiones del norte de Etiopía (Amhara, Tigray y Oromia), que se cuentan entre las más afectadas por la sequía, han recibido agua a través de los pozos, depósitos, camiones, bombas y tanques de agua de Ayuda en Acción. Y donde el agua no puede llegar por esos medios, en aquellos kebeles más remotos e inaccesibles, la organización ha optado por una solución sostenible en medio de un entorno hostil: la compra de 160 burros y centenares de bidones amarillos para que el agua no falte a las familias más necesitadas, gracias a los cientos de personas en España que ya se han volcado para colaborar en la emergencia en Etiopía y a todas las que lo harán próximamente.
Publicado en eldiario.es el 21 de marzo de 2016