Nagalakshmmi, forzada a la prostitución en Delhi, India.
Foto © Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS
Han pasado 65 años desde que la Asamblea General de la ONU aprobara el Convenio para la represión de la trata de personas, que cada año se recuerda el 2 de diciembre con el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud. Pero en la actualidad 36 millones de personas son esclavos. GEA PHOTOWORDS repasa varias formas contemporáneas de explotación. Desde la trata de mujeres, extorsión de mendigos, matrimonios forzosos e incluso chinos serviles.
Por Lucas de la Cal
Publicado originalmente en GEA PHOTOWORDS
Samira es una esclava. La marcaron como a ganado. En su pierna derecha tiene un tatuaje de código de barras con un precio. Su valor monetario: 3.000 euros. Samira, una joven rumana de 25 años, es una prostituta a la fuerza. Llegó a Madrid hace tres años engañada por sus captores. Una mafia de rumanos que pagó a su familia 60 euros y se trajo a la joven bajo la promesa de un trabajo, una casa y una vida acomodada. Al llegar al Aeropuerto de Barajas un hombre trajeado se le acercó y le dijo que le debía 30.000 euros. Marcó su pierna como signo de que ella es una de sus propiedades y le obligó a dar placer a los hombres en el centro de la capital por 30 euros la hora.
Según Naciones Unidas, hay 40.000 chicas que ejercen la prostitución en España. El 90% de ellas son víctimas de las redes de trata de mujeres. Son las esclavas sexuales del siglo XXI. Un término que parece un anacronismo. Evoca al pasado, a otra época. Desde el punto de vista legal, la esclavitud fue abolida en el siglo XIX pero hoy día ha adoptado diversas formas que afectan a todas las razas, géneros y edades. Casi 36 millones de personas en el mundo son esclavos, según el índice de Walk Free Foudation. 50.000 de ellos se encuentran en España. Esta modalidad criminal es la tercera más lucrativa, solo por detrás del tráfico de drogas y armas. Mueve al año más de 30.000 millones de euros en todo el mundo y solo en España cinco millones de euros al día. Pero las formas de explotación definibles como esclavitud no se limitan solo al tráfico sexual.
También muchos mendigos son esclavos. El negocio de la mendicidad en España está controlado por las mafias rumanas. Extorsionan a sus compatriotas cobrándoles por dejarles pedir limosna y también por el coste del viaje desde Rumanía. Muchos de estos indigentes son la mano de obra barata del crimen organizado. Su método de trabajo es sencillo. Los cabecillas localizan a familias muy pobres con menores o discapacitados. Ofrecen a los padres alrededor de 80 euros a cambio del hombre o la mujer que les interesa. Les prometen una vida mejor y un trabajo digno. Algunos viajan en bus durante 48 horas. Otros reciben un traje impoluto y un billete de avión. Pero en cuanto llegan al aeropuerto de destino son despojados de la ropa y se topan con su nueva vida, sin derecho a elegir. Les distribuyen según sus características: mutilados, con bebés en brazos y con muletas.
Cristina paga a su jefe 45 euros al mes para poder pedir en la calle. Como ella, 50.000 rumanos de etnia gitana malviven en España de la mendicidad. Un 90% de este negocio es controlado por las mafias.
Una de las personas que sabe de primera mano cómo funcionan estas bandas criminales es Miguel Fonda, presidente de la Federación de Asociaciones de Emigrantes Rumanos en España (Fedrom). «En toda Europa hay redes de delincuencia organizadas desde Rumanía que trafican con ciudadanos del Este, a los que tienen trabajando en condiciones de esclavitud. Casi todos los que están mendigando en las calles son extorsionados», asegura.
Cristina fue reclutada hace dos años en Tandarei, una localidad rural al sur de Rumanía. «Un hombre le dijo a mi padre que me iba a encontrar un buen trabajo en España. Le pagó 80 euros y me vine en bus junto con otros paisanos. Cuando llegué, me dieron a escoger la forma de mendigar: tirada en la calle o con muleta en los semáforos. He querido volver un par de veces a mi país, pero no me dejan porque dicen que les debo mucho dinero», comenta la joven.
NIÑAS, NO NOVIAS
Otra forma de esclavitud que afecta a jóvenes en todo el mundo son los matrimonios forzosos. Cada año 15 millones de niñas son obligadas a casarse antes de cumplir la mayoría de edad. Les roban su infancia y niegan sus derechos a una educación digna. Aun siendo ilegal, el matrimonio infantil sigue en auge. Una realidad que en muchos casos equivale a la esclavitud o a la muerte.
Cuando Aaliyah se casó su familia le regaló un taburete. Su estatura es demasiado baja para llegar al fregadero, coger bien la escoba y hacer todas sus obligaciones en la casa. Ella tiene 12 años, y su marido 36. La joven no sabe leer ni escribir y sus padres son muy pobres. El matrimonio con un hombre mayor fue la única salida que encontraron.
Una media de ocho mujeres muere cada día como consecuencia de esos matrimonios prematuros, según el Foro Hermanas Árabes por los Derechos Humanos. Muchas lo hacen al dar a luz, como Fawziya Abdullah Yusuf, que falleció después de tres días de parto. Su cuerpo de 12 años no estaba aún preparado.
Rawan, una niña de ocho años de la ciudad de Hardh, al noroeste de Yemen, murió por un desgarramiento de vagina en su noche de bodas, cuando tenía relaciones sexuales con su marido. Un hombre de 40 años ansioso por demostrar su hombría en una sociedad patriarcal y machista, donde el propio Ministerio yemení de Asuntos Sociales reconocía el año pasado que una cuarta parte se casan antes de los 15 años.
“Girls not Brides”, es una red formada por más de 300 organizaciones de 50 países. Luchan contra el matrimonio infantil y hablan de cómo fortalecer las potencialidades de las niñas y jóvenes. “El matrimonio infantil es precisamente una de esas tradiciones que quebrantan los esfuerzos por el desarrollo en varios frentes: educación, salud, pobreza, igualdad. Sin embargo, se encuentra al margen del debate sobre el desarrollo y es raramente discutido en niveles importantes. Tal vez sea visto como un asunto familiar y por lo tanto, privado. Tal vez sea porque el matrimonio infantil es un asunto de cultura y tradición por lo que los políticos y las asociaciones de ayuda se muestran reacios a intervenir”, afirma la organización, que subraya que la mayor proporción de matrimonios infantiles ocurren en la región africana del Sahel.
ESCLAVITUD CHINA `MADE IN ITALY´
La muerte de siete inmigrantes chinos no ha cambiado las condiciones de esclavitud de los 50.000 trabajadores en Prato, la `chinatown´ toscana. Trabajan 16 horas al día cobrando un euro la hora y durmiendo en cobertizos.
Prato, una ciudad de 185.000 habitantes, fue conocida en otro tiempo como la Manchester toscana por sus fábricas de tejidos de la orgullosa calidad “Made in Italy”. Pero a día de hoy, todo el país la mira extrañada porque cuenta con la mayor proporción de chinos en Europa. Una ciudad donde se practica la esclavitud.
Chen Cheng Zhong, es uno de los trabajadores que logró escapar de las llamas ese fatídico domingo 1 de diciembre. El joven, 32 años y complexión robusta, tiene marcas en los brazos y una gran cicatriz en la muñeca derecha. Pero la cicatriz más gorda es la que no se ve. La que está en sus recuerdos. Que nunca sanará y que intenta explicar entre lágrimas. “Empecé a escuchar gritos. Había humo por todas partes. Yo estaba durmiendo en un cobertizo de menos de 80 centímetros. Me levanté corriendo y logré salir. Tuve mucha suerte. Todos los días recuerdo como uno de mis compañeros intento escapar del incendio por la ventana y se lo impidieron las rejas. Minutos después, desde fuera de la fábrica, pude ver sus brazos sin vida colgando de las rejas”.
Siete trabajadores —cinco hombres y dos mujeres— perdieron la vida a causa del estallido de una bombona que calcino toda la fábrica. El primer cuerpo fue encontrado cerca de la entrada, descalzo y en pijama, en un último intento desesperado de escapar de la prisión de fuego. Las otras víctimas fueron rescatadas atrapadas en lo que se conoce como “nichos”, sofás estrechos donde los trabajadores esclavizados duermen después de sus largas jornadas de trabajo.
Como la mayoría de los miles de trabajadores chinos en Prato, Chen no tiene ningún tipo de documentación. Fabrica prendas de moda para toda Europa durante 16 horas al día, siete días a la semana, preferentemente de madrugada, cobrando un euro la hora. “Solo tengo derecho a dormir un rato en los incómodos nichos detrás de las máquinas”, denuncia.
RANKING DE ESCLAVOS
Los 10 países con mayor número de esclavos según un sondeo de Walk Free:
1. La India: 13,9 millones.
2. China: 2,9 millones.
3. Pakistán: 2,1 millones.
4. Nigeria: 701 mil.
5. Etiopía: 651 mil.
6. Rusia: 516 mil.
7. Tailandia: 473 mil.
8. República Democrática del Congo: 462 mil.
9. Myanmar: 384 mil.
10. Bangladesh: 343 mil.
Lucas de la Cal Martín es colaborador de GEA PHOTOWORDS y del periódico El Mundo. Licenciado en Periodismo en la Universidad Complutense, es experto en reporterismo social y diplomado en Educación Sexual y Prevención de ITS (Infecciones de transmisión sexual).