foto © Javier Schejtman
Ángel López Soto inaugura hoy las Jornadas Amalur en el Topic de Tolosa con una charla-proyección sobre sus trabajos de actualidad y denuncia social.
Juanma Goñi – Diario Vasco
Ángel López Soto es un renombrado fotoperiodista que ha plasmado con su cámara muchísimo temas de actualidad, denuncia social y medio ambiente. Hoy, miércoles, inaugura las Jornadas Amalur del CIT (19.30, Topic), en una conferencia en la que podremos ver algunas de sus impactantes imágenes y escucharle desgranar sus vivencias sobre ellas: el exilio tibetano, la sequía en Etiopía, las castas desfavorecidas de la India, Melilla como frontera sur de Europa… Un arranque de lujo para estas consolidadas jornadas de viajes, naturaleza y antropología.
–Lleva años siendo testigo directo de muchas injusticias ¿No es para sentirse pesimista en torno al futuro de la humanidad?
–Me siento como un optimisma-pesimista a veces, y en otras ocasiones más bien pesimista-optimista. He visto cosas terribles, y no sólo en otros continentes, sino aquí mismo, donde vivimos. Pienso que tenemos que contrarrestar esta situación de alguna manera, haciendo lo que uno puede, poniendo nuestro grano de arena para que el mundo sea algo mejor.
–¿Y cómo lo hacemos?
–Yo creo que cada persona tiene una responsabilidad. Vivimos con nuestro entorno, con nuestra gente, con nuestra familia, nuestros amigos… Y aquí es donde podemos interactuar. Si, por ejemplo, lo que transmitimos a nuestros hijos es una base de principios de actitud responsable ante la vida, ante el medio ambiente, ante el entorno…, esos niños van a crecer con unos valores que van a ayudar a que también su entorno sea mejor. Y cuanta más influencia tenga una persona en el entorno que sea, más va a poder influir.
–Lleva más de veinte años dedicados a plasmar la vida del pueblo tibetano. ¿De dónde le surgió esta inquietud?
–Siempre me han atraido el Oriente, la India… En un viaje, hace más de veinte años, ya siendo fotógrafo, estuve en Nepal e India. Conocía algo de la situación tibetana, pero no de una manera profunda. Ese año estuve en sus asentamientos, traté con gente que estaba en Nepal huyendo del Tibet… hice un trabajo que me resultó interesante. Cuando llegué a España y lo publiqué, sentí que no estaba acabado, que tenía que volver. Y así, sucesivamente he regresado infinidad de veces. Llevo mucho tiempo pero percibo que no he acabado. Siento una especie de compromiso por seguir documentando una situación que mayormente no se conoce y pasa desapercibida, porque no interesa ni a los gobiernos ni a los grupos empresariales potentes.
–¿Por qué cree usted que este tema no llega al gran público y qué valores le atraen especialmente del pueblo tibetano?
–A la masa en general no le llega la información porque los intereses que hay con respecto a China son tan grandes y el poder que tiene China tan inmenso, que al final el problema del pueblo tibetano queda diluido. Lo cierto es que la cultura tibetana es muy fuerte. El tibetano es un pueblo con muchísimos siglos de antigüedad. Además, es gente con una fuerza interior enorme. A pesar de las adversidades y problemas a los que se enfrentan, siguen ahí, firmes, convencidos de sus principios y de su identidad. Y eso que existe desde hace unos cuantos años una colonización china gradual, que con el tiempo puede provocar el peligro de pérdida de esa identidad.
–Ha estado varias veces con el Dalái Lama. ¿Deja tanta huella en las distancias cortas como dicen?
–Mi primer contacto real con él fue en 1998, cuando me concedieron una entrevista, aunque antes ya había tenido algún acercamiento. Luego le he visto ya en muchas más ocasiones. Indudablemente es una persona que transmite mucho. Es una gran personalidad. Es un ser con mucho carisma y con una inteligencia muy alta. Su fuerza interior se percibe. Pero también es, al mismo tiempo, una persona entrañable, risueña, aunque otras veces muestra una profunda gravedad imponente, que marca una distancia.
–¿Qué situaciones que ha plasmado con su cámara le han marcado e impactado más?
–He vividos situaciones duras y difíciles, pero también reflejo otras cosas. Hay aspectos de la vida que son más amables y que también me interesa captar. Mi trabajo está dividido entre ambas realidades. Con relación a la parte más dura, podría hablarte del tema tibetano, claro está, porque llevo mucho tiempo trabajando en él. De la tragedia de la sequía en Etiopía, donde millones de personas padecieron una situación dramática; del conflicto en Palestina, donde vi mucho sufrimiento por parte de israelíes y palestinos, más de estos últimos, que están en inferioridad de condiciones; de Haití después de huracanes y terremotos… ¡Tantas situaciones me han dejado una marca! A veces te impactan menos emocionalmente, es verdad, pero otras veces empatizas más con la gente y te afectan más.
–¿Cómo surgió el reportaje de las jóvenes boxeadoras sirias?
–Fue en Atenas. Eran jovencitas sirias que estaban en un centro social donde había un gimnasio, y estaban utilizando el boxeo como una herramienta de escape, de recuperación de autoestima, de liberación de tensiones.
–¿Puede llegar a sentir un conflicto interno si obtiene bellas fotografías en un entorno duro y de miseria?
–Cada fotógrafo tiene su técnica y la utiliza a su manera. Hay grandes fotógrafos como Sebastiao Salgado o James Nachtwey, que han documentado realidades siniestras, pero haciendo gala de una clara belleza en la composición de sus imágenes, con una técnica fotográfica exquisita. Cada uno cuenta lo que quiere contar conforme a su conocimientos. Todas las fórmulas son válidas si las fotografías transmiten algo. La fotografía te tiene que remover, hacer pensar, transmitir emociones, sacarte de la normalidad cotidiana. En una sociedad que está anestesiada ante tanta superficialidad, banalidad, y estupidez, que una fotografía te haga pensar, es un estímulo para quienes nos dedicamos a esto.
ALBERTO LUENGO TELLETXEA
JORNADAS AMALUR
LAS SEIS ‘W’ DE ÁNGEL LÓPEZ SOTO
En periodismo, las seis ‘W’ (también conocido como las cinco ‘W’ y una ‘H’) es una fórmula que se utiliza para contextualizar un hecho o para obtener información relevante del mismo. Esta vez haré de aprendiz de periodista y aplicaré las seis ‘W’ para presentar a Ángel López Soto. No le conozco personalmente. Sólo he podido hablar con él por teléfono una media docena de veces, así que ‘tiraré de investigación para poder presentar a este reportero gráfico nacido en Argentina.
Quién (who) es: es una persona cuyo trabajo consiste en descubrir héroes anónimos.
Qué (what) hace: es un reportero gráfico que recoge y recuerda historias que han quedado en el olvido.
Cuándo (when) lo hace: al cumplir los 22 años se embarcó desde Buenos Aires destino Europa y empezó a hacerlo. Hoy sigue haciéndolo.
Dónde (where) lo hace: en Tibet, India y Nepal. En Etiopía, Yemen y Brasil. En Guinea Conakry, Argelia, Melilla. En todo el mundo… Un inciso: posiblemente su trabajo más reconocido sea el seguimiento fotográfico realizado a los más de 150.000 exiliados tibetanos. Comenzó allá por 1997 y hoy en día sigue en vigor. Esta labor le llevó a conocer al Dalái Lama en persona y de tal encuentro surgió tal vez el mayor reconocimiento que haya tenido jamás Ángel López-Soto. El Dalái Lama, líder espiritual y político del pueblo tibetano, le indicó que él (Ángel López-Soto) no había hecho fotografías a su gente, que lo que había hecho era un servicio a su gente.
Por qué (Why) lo hace: porque quiere poner voz a las personas más desfavorecidas.
Cómo (How) lo hace: siguiendo la máxima de Henri Cartier- Bresson, «fotografiar es colocar la cabeza, y el corazón en un mismo eje». Cuando Ángel López Soto se pone detrás de una cámara, genera imágenes que atrapan. Convocan a la belleza, muestran la realidad (a veces dura, muy dura) y espantan la indiferencia. Este señor siente lo que fotografía. Si yo fuera fotógrafo ésta sería mi máxima aspiración.
Hoy a las 19.30 en el Topic, Ángel López-Soto presentará ‘Seminómada, un testimonio fotográfico’. Es una oportunidad que no debemos dejar pasar.
Bienvenid@s un año más.