Jesús Pedrola, último habitante de Corbera d´Ebre.
FOTO © Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS
El pasado sábado 9 de noviembre Poble Vell de Corbera d´Ebre, Tarragona, celebró el Día del Exilio con la presencia simbólica de dos centenarios ex combatientes republicanos. Hace 75 años fue el escenario de la Batalla del Ebro, la más sangrienta de la Guerra Civil española y la que inclinó definitivamente la balanza del lado franquista. En este lugar remoto de la comarca de Terra Alta, entre los vestigios del brutal bombardeo, vive un único habitante: el artista Jesús Pedrola.
ENTREVISTA GEA – JESÚS PEDROLA
Por Eva Mateo Asolas para GEA PHOTOWORDS
Es un Robinson Crusoe moderno, aunque ni lo ha buscado ni seguramente apreciaría el apelativo. Pero lo cierto es que Jesús Pedrola vive sin más compañía que sus cuadros en Poble Vell, rodeado de las abruptas montañas de las sierras de Cavalls y Pàndols. Es el único habitante y el heredero moral de un lugar declarado Histórico y Bien de Interés Cultural, aunque a simple vista no se trate más que de casas de fachadas derrumbadas y patrimonio expoliado. El artista solitario se levanta muy temprano, casi de madrugada, y guía sus días según el sol, come y cena “con horario europeo” y vive dedicado a una causa más grande que él mismo: trabaja desde hace décadas limpiando el sitio, tratando de rehabilitarlo, poniendo Poble Vell en el mapa más allá de su papel como telón de fondo de una cruenta batalla.
¿Cuál es la historia singular de Jesús Pedrola?
Yo viví en Poble Vell toda la posguerra, hasta los 8 o 9 años. Después estuve en la Franja de Cataluña y estudié Historia del Arte en Barcelona. A continuación me marché a Italia, viví en la Toscana y regresé en la treintena a esta casa que me dejó mi padre (víctima de la Guerra Civil) y donde debí nacer. Y digo ‘debí’ porque mi madre no llegó a tiempo a casa y me trajo al mundo en la carretera. Yo no sé dónde nace la gente, pero yo nací en la tierra.
¿Cómo era el Poble Vell que encontró a su vuelta?
Apenas tenía luz y las casas se derrumbaban. Y las cosas que habían pasado aquí se contaban de forma diferente. Pero yo miraba la naturaleza alrededor, que siempre ha sido mi defensa, veía las montañas, la luz… Y me preguntaba qué podía hacer para salvar esta historia y este patrimonio.
Dicho y hecho…
Este es un lugar histórico, pero parte de los restos se han perdido, como las arcadas de los templarios. Lo importante es que no se borren todas las casas porque nos dicen cómo se vivía aquí antes. Somos muchas las personas altruistas que estamos trabajando por la reconstrucción del Poble Vell, yo no soy más que el impulsor. Venga el ayuntamiento que venga siempre me encontrarán aquí.
Le han encontrado siempre. Como bastión de la memoria de piedra de aquella inesperada ofensiva republicana de julio de 1938 que acabó más de 100 días después con la victoria de las tropas franquistas. A su paso, desolación, silencio y los vestigios de centenares de bombas de mortero. Los impactos se aprecian aún en el campanario de la iglesia de Sant Pere, del siglo XVIII. Una cubierta traslúcida ha servido para restaurar el techado. Pero el silencio y la soledad que transmite es el mismo.
¿Se siente solo alguna vez?
Mi padre me dejó esta casa y volví. Algunos vecinos me han llegado a preguntar qué hacía allá arriba. Me da rabia, pero al mismo tiempo me da fuerzas. No lo hago desinteresadamente. Estamos consolidando este lugar histórico para que no se pierda ni se olvide.
¿Se imagina viviendo en otro lugar?
El que no me conozca pensará que no he vivido en otra parte. Pero yo estuve en la Toscana y hay otros lugares preciosos en el mundo. Sin embargo, cuando estás aquí te sientes bien. A veces parece que quiero vender mi pueblo, pero es que mire qué paisaje. Aunque a veces dices: “¿qué hago aquí?” Pero creo que es humano.
En 2005 se inauguró en Poble Vell el Abecedario de la Libertad, un trabajo artístico colectivo formado por las veintiocho letras del alfabeto que señalan distintas ruinas del pueblo y pretenden vincular el arte a la construcción de la paz. La suya es la letra A. ¿Qué supuso este trabajo?
Marcó un antes y un después. Fíjese que un señor de aquí me comentó que paseando con su hija pequeña, esta le dijo: “mira, ese es el pueblo de las letras”. Era una idea que me rondaba desde hacía tiempo, pero esperé a contar con otros compañeros artistas para hacerla realidad. No se crea, cada uno se pagó su letra. No son de grandes dimensiones porque el arte no se mide en metros pero es que las palabras tienen mucho significado.
¿España es un país incapaz de superar las rencillas del pasado o más bien de memoria frágil?
Cuando hay una contienda como la Guerra Civil no es fácil seguir adelante. En España somos más papistas que el Papa. Ya ha durado demasiado esto de las derechas y las izquierdas. Antes se hablaba con mucho rencor y mucho miedo, por eso decidí emprender esta causa. La libertad hay que ganársela a pulso y hoy más que nunca. Eso es la democracia, repartir. Por eso estoy aquí, porque las injusticias te hacen crecer.
De hecho, en estos momentos en países como Argentina están juzgando a los culpables de los crímenes de la dictadura militar. Aquí esto no ha sucedido nunca.
Por eso estamos como estamos. Un vecino me dijo hace muy poco: “Jesús, no sabemos si colgarte o hacerte un monumento”. Da igual un partido que otro, un país no es más rico por lo que tiene sino por lo que puede dar. Por eso yo sigo trabajando a mi manera por los desfavorecidos.
En la despedida, Jesús tiene un último recuerdo para su padre, caído en la Guerra Civil y razón de su lucha en Poble Vell, quien le dio el único premio que ha recibido en su carrera: la oportunidad de marcharse fuera con la divisa de hacer su vida y el apoyo necesario para conquistar esa libertad que le ha acompañado siempre.
Eva Mateo Asolas (Madrid, 1981). Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Comunicación y Máster en Cooperación Internacional y Ayuda al Desarrollo. Durante 8 años ha trabajado en medios a caballo entre Madrid y Bruselas. En 2009 recibe el Premio de la Academia Española de la Radio como Mejor Presentadora de Informativos. En la actualidad, pertenece al equipo de Comunicación de la Fundación Vicente Ferrer, trabajo que compagina con colaboraciones con otros proyectos de cooperación por el mundo. Un orgullo: viajar con 5 idiomas en la mochila. Un nuevo reto: el periodismo en imágenes.