Un niño recién nacido en el Centro de Planificación Familiar de Anantapur.
© Ángel López Soto
La India es el epicentro mundial de la tuberculosis; también es el lugar donde la mitad de los menores de cinco años padecen desnutrición; donde la tasa de inmunización de niños es una de las más bajas del mundo, y donde la lepra no es cosa del ayer. Artículo publicado en EL MUNDO (España). Fotos de Ángel López Soto y texto de Rocío Ovalle.
LA INDIA SE JUEGA SU SALUD
Por Rocío Ovalle
Las mayores elecciones que se han celebrado en el planeta han tenido lugar en la India durante un mes y hasta el pasado lunes para elegir un nuevo gobierno, pero lo que se juega el país es mucho más que eso: de los 1.200 millones de ciudadanos indios, un tercio son pobres. A pesar de que los principales temas de la campaña han girado en torno a la corrupción, la religión y el despegue económico del país, los partidos mayoritarios han prometido reformar un sistema sanitario convaleciente. La India es el epicentro mundial de la tuberculosis; también es el lugar donde la mitad de los menores de cinco años padecen desnutrición; donde la tasa de inmunización de niños es una de las más bajas del mundo, y donde la lepra, aunque cada vez es menos visible, no es cosa del ayer.
La promesa de garantizar el acceso universal a la sanidad para las personas que viven bajo el umbral de la pobreza no ha sido suficiente para mantener en el poder un tercer mandato consecutivo al Partido del Congreso, adolecido por los escándalos de corrupción, la ralentización del crecimiento económico del país de un 8% a un 5 % anual y la alta inflación de los alimentos. Las presiones internas hacen que una gran parte de la población perciba una falta de dirección en la política de Manmohan Singh, que ha estado al frente del Gobierno desde hace casi una década. Ante a ello, la mano dura de la que presume Narendra Modi, líder del partido extremista hindú Bharatiya Janata, le ha valido para alzarse con una amplia victoria en los comicios, lo que hace prever un brusco giro a la derecha en la política india.
A pesar de la voluntad inclusiva de las políticas del Gobierno del Congreso, no ha conseguido atajar las causas que, de manera estructural, dejan a una gran parte de la sociedad india al margen de los indicadores macroeconómicos y el desarrollo del país. Los esfuerzos gubernamentales realizados hasta la fecha para garantizar el acceso a la sanidad para todos los ciudadanos, con programas como la Misión Nacional de Sanidad Rural aprobado en 2005, han resultado insuficientes, y por ello había prometido ahora triplicar el gasto sanitario. La India es uno de los países del mundo que menos invierte en este sector, tan sólo un 1% de su Producto Interior Bruto frente al 6% de media mundial. Esta decisión no es inocua: enfermos tendidos en el suelo ante la falta de camas de los hospitales públicos; centenares de personas que se agolpan para ser atendidas por alguno de los pocos médicos disponibles en los centros sanitarios y otras tantas que se resignan a los designios de los dioses ante la imposibilidad de desplazarse decenas o cientos de kilómetros para acceder a ciertas especialidades, son algunas de las estampas cotidianas en las que se traduce esa falta de inversión.
Los peligros de la privatización
Esta situación ha favorecido la rápida proliferación de clínicas privadas, especialmente en la última década, que ofrecen previo pago los servicios que los hospitales públicos no son capaces de suministrar. O los que no interesa suministrar: una práctica común denunciada por expertos es la derivación de pacientes a las clínicas privadas donde trabajan los mismos médicos que rechazan atenderles en los hospitales públicos, ya que las leyes permiten que los sanitarios puedan simultanear su trabajo en ambos sectores.
Según la Organización Mundial de la Salud, el 86% del coste sanitario per cápita es asumido por los propios ciudadanos indios. La creación de un nuevo seguro con el objetivo de reducir ese gasto es la principal apuesta del Bharatiya Janata para mejorar el acceso a la sanidad; una medida que, lejos de solucionar el problema, podría agravarlo. La ONG Life, en Hyderabad (Andhra Pradesh), tiene como objetivo promover buenas prácticas médicas y trabaja tanto con pacientes como con comités del Gobierno. Según denuncia el doctor Prakash Vinjamuri, al frente de esta organización, la creación de seguros médicos que cubren el coste de ciertas intervenciones en clínicas privadas ha propiciado que se den situaciones kafkianas, como el caso de pacientes que son operados de enfermedades que en realidad no padecen o para las que existen tratamientos farmacológicos.
“No sirve de nada, ni siquiera te miran”, es la respuesta de Ramana, una mujer de una aldea de Andhra Pradesh, cuando se le pregunta por qué no acudió a un hospital público por un dolor en la zona abdominal. Su primer instinto fue visitar una clínica privada: entró con una apendicitis y salió sin útero, “para prevenir un posible cáncer”, según le informó la ginecóloga que la operó y que basó su diagnóstico en una citología, una prueba insuficiente para determinar un estado precanceroso, según explica una ginecóloga de Life.
Madre y bebé recién nacido en el Centro de Planificación Familiar de Anantapur.
© Ángel López Soto
Falta de regulación
Según Srinath Reddy, Presidente de la Fundación India por la Sanidad Pública, “hay enormes problemas de regulación en el país que necesitan ser revisados urgentemente. El sector público está demasiado centralizado, es muy rígido en su planificación y está gestionado de manera ineficaz, mientras el sector privado, que abastece las necesidades de una gran parte de la población, está en su mayoría desregulado y fragmentado”, afirma Reddy.
Actualmente, un piloto del proyecto de sanidad universal se está ejecutando en los Estados de Kerala y Karnataka, e incluye el acceso a medicinas gratuitas, la construcción de retretes en escuelas y en viviendas, aumentar el personal sanitario, fortalecer los centros médicos de atención primaria y disponer de cinco clínicas móviles en cada distrito con capacidad para realizar rayos X, mamografías y test de sangre en las zonas más alejadas de las ciudades. Para Reddy,“la escasez de fondos y su gestión ineficaz son las principales responsables en la ausencia de los servicios acordados por el Gobierno”, pero también critica la falta de compromiso político para asignar la inversión necesaria en sanidad.
Nuevos pobres
“La medicina ya no se entiende como una profesión noble, sino como una opción rentable”, afirma el Dr. Vinjamuri, que cree que el músculo de la privada es capaz de boicotear unas medidas que no le beneficien. Para Reddy, en cambio, la cuestión pertinente es cómo y con qué regulación debe operar la medicina privada en el país, ya que ésta ha tejido una red de servicios que la pública no es capaz de suministrar: dos tercios de las camas de los hospitales están en manos de empresas privadas con ánimo de lucro. Ambos encarnan dos concepciones distintas del derecho a la sanidad presentes en los debates políticos y cuya diferencia radica en la concepción del rol del Estado y en la relación público-privado.
Según Reddy, el coste de la sanidad empujó a la pobreza en 2011 a 60 millones de ciudadanos indios; como Ramana, que actualmente sigue ahogada por un préstamo para pagar las 50.000 rupias (650) que le costó la operación dos por uno. La enfermedad y la falta de acceso a sanidad perpetúa el círculo de la pobreza; luchar contra ello, además de un derecho, es una cuestión de supervivencia para uno de cada tres indios que viven al día y para quienes afrontar el coste de un tratamiento no es, a menudo, una opción.
En la próxima entrega se podrá ver la galería de imágenes que completa este reportaje