Plaza 8 de Noviembre de 1989.
Foto © Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS
Determinando la apertura de puertas
Por Cristina Martínez Sacristán (publicado originalmente en GEA PHOTOWORDS)
En vísperas del 3-O, fecha clave de los 25 años de la reunificación alemana, el trending topic germano está siendo la fuerte oleada de refugiados y cómo gestionarla. Con el país unificado dividido ante esta cuestión, y la figura de Angela Merkel cuestionada por sus posturas, en la calle, en la prensa y su propio gabinete. En la multicultural Berlín nos cuentan caras y cruces de la evolución del país.
Berlín. Al llegar a Tegel esta vez, los calcetines sobran. Llama la atención que en la segunda quincena de septiembre todavía se pueda andar en sandalias, disfrutar del sol en una terraza o un parque, ir en bici con tirantes… La multicultural y creativa Berlín aprovecha este verano tardío para desplegar sus medias y cabellos de colores, para mezclarse como un anuncio de Benetton, para moverse bulliciosa y silenciosamente a la vez… Das ist Berlin. El otoño se hace notar, una semana después, con las primeras hojas rojas, preciosas, y las heladas nocturnas. Pero hay algunos regalos de sol, que la gente aprovecha en las grandes zonas verdes, como Tiergarten, Friedrichshain Volkspark o en el lago de Wannsee. Cualquier pretexto es bueno para salir a pasear en esta ciudad de bicis y calzado cómodo.
Berlín, en realidad, tiene su propio microclima humano. Con 187 nacionalidades, mucha juventud y, si no, mucha jovialidad, y ganas de un mundo mejor. Todo parece posible, casi todo es una mixtura -racial, gastronómica, lingüística-, todavía se puede vivir por poco dinero y la gente no suele juzgar. En este caldo de cultivo, se viene produciendo un movimiento sumamente discreto de colaboración con los refugiados. Más allá de las manifestaciones de ‘Welcome, refugees’, y de las colectas de ropa y comida para ellos, numerosas empresas están dedicando partidas y personal a colaborar en los puntos de acogida. Pero ni siquiera quieren que se les mencione en la prensa. De hecho, no logro declaraciones de los organismos humanitarios locales, ni tampoco de la Global Social Business Summit, que está calentando motores para reivindicar en la ciudad del Spree, en unas semanas, “un mundo sin pobreza ni desempleo”.
Las noticias van por otros derroteros que los que esperaba: la celebración del X Aniversario de la Reunificación ha pasado a un segundo o tercer plano, pues el trending topic es cómo gestionar la avalancha migratoria proveniente de países en guerra. Angela Merkel se había hecho un selfie, hace unas semanas, con un sirio, y esa foto se hizo viral. Un ingeniero, Jan R., argumenta a GEA que probablemente la Canciller no midió que sus palabras sobre “puertas abiertas” y esa foto llegarían hasta los campamentos más deficitarios, gracias a la magia de internet, y miles de personas huyendo de la pobreza y la destrucción se agolparían en las fronteras alemanas. Acnur ya me había indicado en julio que Alemania es el país que más refugiados acoge, seguida de Suecia y de Francia. Al producirse este colapso, la prensa alemana se llevó las manos a la cabeza: “¿Sabe ella qué está haciendo?”, inquiría Die Zeit hace dos semanas, ante el famoso selfie. Der Spiegel llevó a Merkel, ataviada como Teresa de Calcuta, a su portada, con el título “Mutter Angela” (Madre Angela). Por su parte, el Obdachlosen, periódico de los ‘homeless’, criticaba por lo contrario a la Canciller: vestida como un piloto de carreras y cubierta de pegatinas de sponsors de compañías de venta de armas.
Así, las decisiones de Merkel la han convertido en centro de ataques de una y otra postura. “Es víctima de su propia propaganda”, interpreta Jan. En cambio, la mandataria siguió insistiendo hace unos días en el Frankfurter Allgemeine en que “Yo digo que podemos hacerlo, y lo haremos”. De hecho, cuando miembros de su propio gabinete se han ido oponiendo a sus propósitos de acogida, Merkel afirmó “Entonces, esto no es mi país”, cuenta el historiador del Arte y guía Stefano Gualdi, quien destaca el momento “impopular” que está viviendo la primera ministra. Ana, una camarera nacida en Santiago de Cuba, corrobora que “muchos alemanes están preocupadísimos. Piensan que si Alemania acoge a tantas personas se puede venir abajo en diez años”.
Por el contrario, el voiceman de VisitBerlin Christian Tänzler tiene una visión muy positiva de la situación en Berlín. “No estamos desbordados. Todavía pueden venir más personas”, estima, alegrándose de cómo “en mi entorno la gente está participando en los puestos de acogida, aportando objetos y comida, con pancartas de ‘Welcome, refugees’ en la calle… Eso es fantástico”.
Gedenkstätte Berliner Mauer.
Foto © Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS
Puertas abiertas y cerradas
Atando los cabos históricos, los testimonios y la actualidad, voy viendo conexiones en una historia de puertas abiertas y cerradas. Con la guerra fría, Alemania se vio dividida superlativamente. Jan R. explica que él nació en el Palatinado, fronterizo con Francia, y que muchos alemanes como él se relacionaron durante décadas más con franceses y holandeses que con alemanes del Este. De hecho, existen encuestas realizadas al respecto, antes de la Caída del Muro, y la mayoría de los jóvenes de la Alemania Federal admitían no tener contacto con la Oriental. La división, sin duda, fue un éxito.
Al viajar por Eisenach, Leipzig y otros destinos del Este todavía hoy nos cuesta entendernos en inglés, especialmente con quienes nacieron antes de los años 80. En mis viajes por Alemania me confirman que, bajo el régimen soviético, los habitantes del Este aprendían ruso, no inglés. Esto aún hoy tiene su traducción incluso en la Comisionada para los Nuevos Estados Federales del Ministerio de Asuntos Económicos, Iris Gleicke. Me invitan a su presentación del Informe Anual sobre el estado de la Unidad Alemana, y la exposición y las preguntas tienen lugar en alemán. Al intentar formular las preguntas en inglés, la representante ministerial tiene que ser ayudada en alemán para responder correctamente. Ella también nació en el Este.
Las conclusiones del Ministerio de Economía son “claramente positivas”. Según Frau Gleicke, “el establecimiento de las condiciones de vida equiparadas se logra en gran medida, pero todavía hay zonas para ponerse al día”. La Comisionada indica que “la gente de Alemania del Este que luchó por la libertad en una revolución pacífica… para poder decidir sobre su propio destino” sufrió también “cicatrices profundas” en el Este tras la unificación. “Es un logro excepcional de nuestro país, desde el Oriente y el Oeste por igual, dominados por los cambios profundos, para haber proporcionado unas nuevas bases. Es admirable cómo la gente en Alemania Oriental han abordado las dificultades de esta transformación, como el desempleo masivo y la emigración”.
En este sentido, Gleicke corrigió la visión de algunos alemanes occidentales sobre lo cara que resultó la reunificación para ellos: “Esos recelos no están del todo fundamentados, ya que, por ejemplo, las infraestructuras realizadas en la frontera beneficiaron también al lado occidental. Y las inversiones no se quedaron sólo en el Este. Además, 16 millones de personas, sobre todo jóvenes con un nivel educativo alto, han ido migrando desde el Este, pagando impuestos para garantizar la seguridad y el bienestar, por lo que no se puede simplificar el coste de la unificación y la libertad”.
Con todo, la parte Oriental todavía estaría “a la zaga” de la Occidental, de modo que aún queda un tiempo para homogeneizar el país, admite la Comisionada. Berlín sería un buen ejemplo de tales diferencias. Todavía cuenta con dos bibliotecas nacionales, dos zoológicos, varias óperas… y su urbanismo es algo cubista, combinando pasado y futuro con intensidad. Algunas fábricas de Berlín Este fueron abandonadas, e incluso tras la Caída del Muro en 1989 hubo quienes abandonaron la ciudad porque había perdido la riqueza que la caracterizó en las primeras décadas del siglo XX. En cambio, artistas, cineastas, escritores… de todo el mundo le han ido dotando de su vibrante personalidad, atractivo que ha tirado, también, de otro gran tractor: el turismo.
Christian Tänzler es uno de esos berlineses que vio a su familia dividida por el Muro. Por ello, hoy enfatiza su entusiasmo ante la Unidad: “En 2014 (Jubileo de la Caída del Muro) nuestro mensaje fue ‘Es posible en paz’. Nadie imaginó que íbamos a conseguir tal grado de desarrollo. Y este año repasamos qué ha pasado en los últimos 25, para enfocar cómo va a ser el futuro de esta ciudad”. Y es que en Berlín “la gente sufrió más que cualquier otro lugar de Alemania. Por eso creo que la mayoría están muy contentos con la Unidad. Ha contraído una mejora de la economía, de las coberturas sociales, de la seguridad en tu trabajo… con nuevas oportunidades impensables con el Muro. Entonces era imposible ser cosmopolita, era una ciudad cerrada, como una isla. Del gris hemos pasado al verde, el amarillo, el azul… Antes éramos una walled city y ahora, una City of the World”, celebra.
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Anatoli Mereschko, la persona que ideó la construcción del muro de Berlín.
Foto © Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS
Distintas caras de la inmigración
Esa Berlín cosmopolita, moderna y multicultural no es un reflejo de otras ciudades alemanas. Tiene una personalidad reivindicativa, algo hippy todavía, sin conceder demasiada importancia al dinero. Y aún se puede comer por poco, lo que ayuda a creadores de toda índole a compartir sus musas aquí. El nivel de vida de ciudades de mucha potencia industrial y congresual, como Frankfurt, Hamburgo o Munich, es muy distinto. Y la forma de vida tan abierta y multirracial no ocurre en cualquier parte.
Con la Caída del Muro, señala Stefano Gualdi, “se abrió la nevera del virus del neonazismo”. La escritora y periodista de origen argentino Esther Andradi ya advertía en una de sus crónicas de 1991 cómo “grupos racistas, de extrema derecha, vienen quemando centros donde residen transitoriamente refugiados extranjeros”. Hace unos días, me recordaba que ahora en barrios del Este berlinés hacen algo similar los nuevos grupos neonazis, al alza. El movimiento Pegida, que intensificó su actividad tras el atentado a Charlie Hebdo en París, está incluso pensando en formar partido político propio, ante la política de acogida de Angela Merkel. Y hay otros, como el Alternative Für Deutschland (AFD), euroescéptico y anti-rescates, que anhela la vuelta al marco alemán.
En este año de dura política gubernamental ante la deuda griega -con la fijación del ministro Wolfgang Schäuble por la deuda Cero- pero apertura de Angela Merkel a los refugiados, Esther Andradi me muestra los hitos de la Unificación en Schöneberg. Su ayuntamiento, hoy centro de Distrito, fue la autoridad municipal de Berlín Oeste durante los 28 años de Muro. En él, unas letras rezan “Éramos vecinos”. Más abajo, un homenaje a Kennedy, quien reivindicó la Unidad en Schöneberg meses antes de ser asesinado en Dallas.
Por todo Schöneberg hay una exposición al aire libre que recuerda lo que les fue arrebatado a los judíos. Es estremecedor, así como las “piedras para tropezar” (Stolperstaine), que evocan en placas los nombres y pequeñas biografías de algunas víctimas del holocausto, entre ellas la escritora Gertrud Kolmar. Es sorprendente cómo, mientras en Dresde los anti-islamistas y racistas se manifiestan contra la inmigración, los ‘Antifa’, como son conocidos ciertos grupos antifascistas, son muy radicales e incluso se enfrentan a los pro-palestinos en las manifestaciones. Es decir, que hay un lapsus con la cuestión de Israel: en la moderna Berlín, donde hay casi un empeño en mostrar los horrores del nazismo, a niños, a turistas, en los museos…, no se puede criticar si hoy Israel hace algo mal.
No llueve a gusto de todos en Alemania. Por ejemplo, la posición pro-refugiados de Angela Merkel es aplaudida por bastantes industriales. Varios inmigrantes señalan que los empresarios llevan un tiempo tratando de bajar el salario mínimo, que actualmente está fijado en 8,5 euros la hora, si bien hay numerosos búlgaros, rumanos y españoles que a veces trabajan por 5, 4 y hasta 3. La entrada de refugiados podría suponer mano de obra realmente barata. Artistas y escritores de origen español dan fe de que esto ocurre, y también de que a veces algunos alemanes tratan con condescendencia a los trabajadores inmigrantes.
Un portavoz del Ministerio Federal del Interior aclara que “la decisión de la Canciller (de control de fronteras) tuvo lugar en una situación de emergencia excepcional”. Además, distingue, “no son cierres de fronteras, ‘sólo’ controles. Fueron introducidos para el registro de refugiados y para controlar quién entra exactamente en tu país, por razones de seguridad”. Para el Gobierno de la CDU habría “demasiadas personas que no dan la bienvenida a los refugiados y los extranjeros en general” y saben que ” las cifras de delitos extremistas de derechas, especialmente en lugares designados para alojar a refugiados, han aumentado significativamente. Junto con la Oficina para la Protección de la Constitución y las autoridades de los Länder, la Policía Criminal Federal está analizando a fondo estos casos, para controlar la situación”. Con todo, el Ministerio del Interior está “extremadamente orgulloso de que una abrumadora mayoría de personas están siendo de una enorme ayuda y tienen una actitud de acogida y apoyo hacia los refugiados”.
En Alemania habrían aceptado “más de un tercio de todos los refugiados de Siria y sus estados vecinos” y el Gobierno “no duda de que finalmente tendremos éxito en hacer frente a la situación de alojamiento, a pesar de que es un reto considerable”.
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El beso de Breznev y Honecker en East Side Gallery.
Foto © Ángel López Soto, miembro de GEA PHOTOWORDS
Imágenes del deshielo
En Potsdamerplatz hay un grupo de personas en el suelo. ¿Es una protesta? Se trata de la performance de Alexandra Pirici Fluids, que, en colaboración con el Staaliche Museen zu Berlin, va rotando por la ciudad. Alrededor del grupo de personas el hielo se va deshaciendo, y quedan libres para relacionarse. Una alegoría que Alexandra comprende bien, ya que vive entre su Bucarest natal y Berlín, y ve las diferencias entre los campamentos de refugiados en Rumanía y los alemanes, con mejores infraestructuras.
Potsdamerplatz, otrora el espacio más amplio de separación entre Berlín Este y Berlín Oeste -500 metros-, es hoy un modernísimo espacio comercial y para desarrollo de la Berlinale. En las galerías Arkade, próximas al Berlinale Palast, nos dan la bienvenida trozos de Muro pintados por el francés Thierry Noir. Son similares a los que realizó el artista vasco Víctor Landeta en el Jubileo de los 25 años de la Caída del Muro. Hasta el 4 de octubre, el Arkade muestra coches antiguos, fotos, vídeos y audios de los 90, aquellos años en que se fue desarrollando la “cultura, subcultura y la escena tecno” en Berlín. Otro hito de los 25 años es el recientemente abierto Spy Museum, que recorre las más sorpresivas curiosidades desde las antiguas civilizaciones hasta 007, Assange y los atentados yihadistas. Desde las criptografías y los microfilms a Facebook y la ciberguerra.
También ayuda a comprender la Historia el singular Museo de la Historia de los Alemanes, donde se puede conocer de cerca cómo se han ido ensamblando las dos Alemanias desde 1990. El Museo de la Stasi asimismo revela algunos secretos sobre esta época. Y la Kulturbrauerei, antigua fábrica de cerveza, hoy muestra exposiciones que aclaran el devenir de Centroeuropa.
La celebración del 3 de Octubre se focalizará especialmente en Frankfurt, aunque tendrá un festival en Brandenburg Tor. Apenas se oye hablar de ello. Mientras los alemanes van cerrando la cicatriz de su separación, siguen encontrándose en las diferencias. Con la interrogación de qué ocurrirá si las guerras a las que les vendemos armas siguen devolviéndonos a sus víctimas…